domingo, 2 de diciembre de 2012

La simpleza.

No es a dónde irán, no es sobre que harán, no es sobre con quién lo harán, no es sobre quién lo rodeará, no es sobre a que hora será, no es sobre las horas que se arreglarán, no es sobre cuánto costará, ni cuán lujoso será; es sobre que sea, sobre los detalles que recordaran: uno, cabellos despeinados luego de ser abrazados, patas de gallo de sonreír tanto con tantas ganas, el sudor de las manos, la pena de las mejillas, el destellos de una mirada, de una sonrisa, comisuras y hoyuelos, la risa penosa de no querer ser tan llamativa; De el otro.

 Se trata de la espontaneidad de una sorpresiva primera vez de estar juntos, la planificación y formalidad de otras, y la frescura y sencillez de algunas que fueron las mejores, sólo dos personas dándose un tiempo de relajación compartida, a veces hasta en un hogar, mientras mas sencillo mas cómodo. Luego de un tiempo consideración de que sea barato pero especial, un acogedor lugar familiar, un sentimiento de humildad. Así llega el amor, sutil y sencillamente, sin extravaganzas ni lujos, y cuando han de haberlos se aprecian porque quien lo hace, lo hace con esfuerzo. Es acerca del tiempo y el estar juntos, no de todo eso, de las miradas del uno hacia el otro, no de como te verán los demás; eso ya no importa, porque ya no eres tú, ahora son un nosotros.

Ya tus problemas no son tan complejos, tienes alguien con quien compartirlos y que aunque a veces no pueda, se aprecia que intenta resolverlos, compartir un resentimiento, consolar con dos brazos sobre una espalda, y un dedo borrando una lágrima, tal vez acariciando.


Luego de un tiempo si importará todo eso, los lugares y deseos de quienes saldrán, cuando sean mas de dos, una complicidad de un equipo escencial, amor a la décima de segundo de vida, compartir mas que una amistad; un apellido. Guardar momentos de la vida de alguien que luego olvidará y tu debas recordar, amar mas una risa que a tus propias pasiones. Cuidar mas a alguien que a ti mismo, ser tu segunda opción.


Las caricias irán estirando tu piel con tanto tiempo y estas reemplazarán el colágeno. Él ya no será tu pareja, sino tu compañero de vida; no un romance, sino una familia. Ya a ninguno le importa cuando morir, sino que ellos sigan viviendo.

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